5 de enero de 2015
Puy
era una de esas personas que no pasaba desapercibida allí donde
estuviera. Era una auténtica vividora en el mejor sentido de la
palabra. Persona buena, sincera, alegre, natural, optimista. De las
que dan cara tanto en las duras como en las maduras.
Porque
a sabiendas de que frente a ella se había levantado un muro que
difícilmente iba a poder franquear, jamás permitió que le venciera
la desesperanza. Consumió hasta el último momento todo lo que la
vida le ofreció con el espíritu jovial que acompañaba cada uno de
sus actos, de sus frases, de sus consejos. Regalando en todo momento
un cariño espontáneo a todo aquel que se le acercara que sin
demasiado esfuerzo caló en todos nosotros.
Tenerla
en nuestra banda durante estos años ha sido un verdadero regalo. Por
la actitud de colaboración con el grupo de la que permanentemente ha
hecho gala y por el ánimo y la positividad que siempre transmitía.
Pero sobre todo, porque nos ha dado una auténtica lección de cómo
vivir y ser capaz de disfrutar extrayendo de sus aficiones y del día
a día la energía para convertir en soleado lo que su enfermedad se
empeñó en nublar.
La
Banda de Añorbe guardará siempre un lugar de privilegio para el
recuerdo de Puy.
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